Hace unas semanas nos pegamos una escapada de fin de semana a Varanasi, una de las ciudades sagradas de India y más viejas del mundo. La política de viajar en India se centra básicamente en planificar lo menos posible, porque el factor impredecibilidad siempre es el predominante, así que solo nos aseguramos los boletos de tren, el hotel y huimos de Delhi.
Se dice que #Varanasi fue creada por los dioses #Shiva, #Parvati y #Durga, así que el haber viajado durante #Navratri (donde Durga es una de las protagonistas), nos vino perfecto. Generalmente las ciudades que están conectadas con algunos dioses ya sea porque ellos las "crearon", porque vivieron ahí o porque hubo algún suceso que los involucre, tienen una atmósfera diferente durante los festivales. Llena de calles súper angostas y desniveladas, vacas por doquier, centenas de #Lingams (representación de Shiva), y estatuas en lugares súper extraños, Varanasi estaba llena de #Pujas (adoraciones) en cada callecita, donde unas cuantas familias reunidas cantan mantras, pidiendo la protección y bendición de Durga, que dice ser la removedora de miserias. Si hay algo que me gusta de los indios es que, a pesar de que la sociedad sea súper conservadora en algunos aspectos, en cuanto a aspectos religiosos son bastante receptivos. Mientras uno demuestre respeto y un poco de curiosidad, nunca van a faltar quienes te inviten a participar de sus #rituales y Pujas.
Después de relajarnos en un bar súper hippie entre la cítara y la tabla, caímos desmayadas en el hotel, para amanecer al otro día a las 5 a.m. Dicen que una de las cosas que más vale la pena hacer en Varanasi es ver el amanecer en el #Ganges, así que, a pesar de ni haber rastros de sol y que la llovizna nos acompañara durante todo el paseo, pudimos ver cómo cientas de personas se daban el primer baño del día dándole la bienvenida al sol, #SuryaNamaskar, y dejando que sus pecados se los lleve el río, para empezar así un nuevo día.
Pasamos la tarde en Sarnath, la ciudad donde se dice que #Buddha dio su primer #Dharma o lección acerca de las cuatro noble verdades: 1) La mera existencia genera sufrimiento 2) El sufrimiento se genera por el deseo o anhelo 3) Si se encuentra la causa, el sufrimiento puede extinguirse 4) El sufrimiento puede extinguirse si se sigue el sendero óctuple
Siendo el sendero óctuple… 1) Comprensión correcta 2) Pensamiento correcto 3) Palabra correcta 4) Acción correcta 5) Ocupación correcta 6) Esfuerzo correcto 7) Atención correcta 8) Concentración correcta
Sarnath me rememoró mi primer acercamiento al #buddhismo. Tendría alrededor de 15 años y en la clase de inglés, Claudia nuestra profesora, nos dio artículos para elegir y escribir un reporte en base a eso. No sé porqué elegí uno acerca de Buddhismo y me pareció tan interesante que empece a leer más para conocer sus principios. Me pareció interesante que el Buddhismo no condenara a las personas por sus actos, no indicara tipos de castigo según la gravedad de los pecados, sino que entiende que las acciones de las personas son consecuencia del sufrimiento que uno pueda estar experimentando y en vez de castigar, indica el camino que uno tiene que atravesar para erradicar el sufrimiento. Mucho más lógico, ¿no?
Entiende que todas y cada una de las acciones de uno afectan directamente al #Karma, positiva o negativamente, por ende cada cosa que uno haga, diga, escuche o piense, le van a perjudicar o beneficiar a UNO, y a nadie más. Siguiendo este precepto, ¿qué sentido tiene hablar mal de alguien? ¿Qué sentido tiene escuchar malas noticias en un noticiero? ¿Qué sentido tiene hacer cosas que uno sabe que no están bien?¿Qué sentido tiene envidiar o tener malos pensamientos sobre alguien?. Sólo afectan a uno y a su karma, a nadie más.
La falta de conciencia de ésto sólo genera que la gente hable, diga, escuche y piense cualquier porquería sin considerar que la consecuencia última va a ser la generación de sufrimiento en algún aspecto de su vida. En parte la religión entra en juego. Cuando uno crece sin consciencia de tal cosa como el karma, si uno hace mal, la solución más fácil es pedir perdón, rezar y listo, absuelto. Para qué gastarse en encontrar la causa por la cual uno actuó mal y solucionarla, si es más fácil hacer borrón y cuenta nueva. Sí uno se siente mal por el otro y le da lástima, va y lo ayuda, le regala plata, ropa o comida. No existe tal cosa como #compasión en vez de lástima. En proporción son pocos los que realmente se disponen a actuar en pos de brindarle herramientas para que quienes están mal dejen de estarlo, en vez de ayudar y seguir de largo, que sólo sirve de efecto curita. La falta de compasión hacia los demás, la falta de responsabilidad de las acciones de uno y en general, la mayoría de las situaciones por las que atraviesan las personas, generan, en mayor o menor medida, sufrimiento. La fuente generadora de sufrimiento más peligrosa de todas es la generación de #expectativas. Uno espera que la gente haga las cosas bien porque uno hizo las cosas bien. Cuando la gente no hace las cosas bien, viene la decepción, angustia o enojo, que son maneras de manifestar el sufrimiento. Si una relación no funciona porque los involucrados quieren cosas distintas, siempre hay uno que termina más herido e intenta llamar la atención del otro para, de alguna manera, cautivarlo de nuevo. Seguramente la otra parte ni registre o ni le interese, porque como en un principio, quiere cosas distintas.
Entonces, ¿de qué sirve el show cuando no está incluido en la programación? Genera tristeza, y de nuevo, sufrimiento. Hasta las situaciones más pavas pueden generar sufrimiento. Si uno está cansado, quiere llegar rápido a la casa después de la oficina, sale del trabajo y de encuentra con un congestionamiento enorme, no hace más que enojarse, llenarse de bronca y hasta putear un poco, generando así, una vez más, sufrimiento. Casi cualquier tipo de situación o pensamiento que deriva en sufrimiento, se da por la generación de expectativas tanto en personas como en situaciones. Y a fin de cuentas las expectativas no son más que pensamientos. ¿Que otra solución hay entonces, sino matar a esos pensamientos que son la causa, dejarlos irse de la cabeza, y, como dice la iglesia brasilera: “¡pare de sufrir!”?
La segunda fuente más peligrosa a la hora de hacer sufrir a la gente es el #miedo. Los miedos son los obstáculos más grandes que las personas pueden tener. Por miedo se generan las costumbres que condicionan a la gente a hacer lo mismo de por vida, indiferentemente del hecho de que se sientan a gusto con eso o no. Por miedo la gente no habla y arrastra penas y dolores durante años. Por miedo a perder un trabajo, pasan años haciendo algo que no los llena. Por miedo a explorar, la gente no sale de lo conocido. Por miedo a tener miedo, ni se gastan en intentar. Y el peor de los miedos, el miedo a la muerte, es lo que condiciona y genera apegos a todo y a todos. Como si el hecho de poseer bienes o relaciones fuera a impedirnos irnos cuando tenemos que hacerlo, mientras uno siga en vida, no hace más que coleccionar cosas y personas, sin darse cuenta de lo volátiles y frágiles que somos. Ser consciente de eso es una de las fórmulas más acertadas para poder vivir en paz con uno mismo. Entendiendo que la muerte no es más que una etapa, el cierre de un ciclo y un punto final, que no implica que abajo no venga otro párrafo, es mucho más fácil vivir en el momento y lugar en el que uno está viviendo. Morir, según se vive en esta parte del mundo, no es un castigo, una desgracia o un motivo de sufrimiento. Es una bendición, y sólo aquellos que son capaz de verlo de esa manera, no apegándose a las personas y entendiendo que lo que pasa acá y ahora, es lo que tiene que pasar acá y ahora, son los que sólo van a estar tristes temporalmente ante una pérdida, pero no van a sufrir por ello.
Sufrir por no tener más a una persona querida es uno de los actos más egoístas del ser humano. Uno sufre porque quiere a esa persona para uno, quiere que esté ahí y le haga bien a uno. Se apega de tal manera, sintiendo que dio tanto a esa persona, que la mera pérdida es dolorosa porque al perder a alguien, uno siente que pierde parte de sí. Depende de uno entender que nadie se pierde, que lo único que se pierde es un cuerpo, que tampoco nos pertenece, nos es dado, y que cada alma va a seguir el camino que tenga que seguir, le guste a uno o no. La manera más viable para evitar el sufrimiento es entonces, no apegarse y no querer a la gente, sino ser #incondicional y dejar ser.
Justo hoy leí un fragmento del principito que complementa perfecto el punto: -“Te amo” – dijo el principito… -“Yo también te quiero” – dijo la rosa. -“No es lo mismo” – respondió él… “Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía… Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes. Querer es esperar, es apegarse a las cosas y a las personas desde nuestras necesidades. Entonces, cuando no tenemos reciprocidad hay sufrimiento. Cuando el “bien” querido no nos corresponde, nos sentimos frustrados y decepcionados. Si quiero a alguien, tengo expectativas, espero algo. Si la otra persona no me da lo que espero, sufro. El problema es que hay una mayor probabilidad de que la otra persona tenga otras motivaciones, pues todos somos muy diferentes. Cada ser humano es un universo. #Amar es desear lo mejor para el otro, aún cuando tenga motivaciones muy distintas. Amar es permitir que seas #feliz, aún cuando tu camino sea diferente al mío. Es un sentimiento desinteresado que nace en un donarse, es darse por completo desde el corazón. Por esto, el amor nunca será causa de sufrimiento. Cuando una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido por querer, no por amar. Se sufre por #apegos. Si realmente se ama, no puede sufrir, pues nada ha esperado del otro. Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, por el simple y puro placer de dar. Pero es cierto también que esta entrega, este darse, desinteresado, solo se dá en el conocimiento. Solo podemos amar lo que conocemos, porque amar implica tirarse al vacío, confiar la vida y el alma. Y el alma no se indemniza. Y conocerse es justamente saber de vos, de tus alegrías, de tu paz, pero también de tus enojos, de tus luchas, de tu error. Porque el amor trasciende el enojo, la lucha, el error y no es solo para momentos de alegría. Amar es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no porque me debas nada, no con posesión egoista, sino estar, en silenciosa compañía. Amar es saber que no te cambia el tiempo, ni las tempestades, ni mis inviernos. Amar es darte un lugar en mi corazón para que te quedes como padre, madre, hermano, hijo, amigo y saber que en el tuyo hay un lugar para mí. Dar amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta. La manera de devolver tanto amor, es abrir el corazón y dejarse amar.” -“Ya entendí” – dijo la rosa. -” No lo entiendas, vívelo” -dijo el principito."
Al perder a alguien uno tiene que entender que no va a haber ningún tipo de reciprocidad directa a lo que uno sienta, piense o diga. Por más que uno quiera que lo que paso no haya pasado, pasó, y está en la capacidad que uno tenga de amar incondicionalmente para dejar la tristeza ir, y el sufrimiento cesar. Sólo con #empatía, amor y despojo de cualquier tipo de expresión de egoísmo, el sufrimiento se puede eliminar. Varanasi es una de las ciudades más sagradas, donde cientos de personas van a morir. Van a que las cremen para liberarse del ciclo de #reencarnación, y pasar a ser iluminados. Cientos de personas son cremadas todos los días, acompañadas de ceremonias que constan de distintos #rituales. Por el medio de las calles uno tiene que evitar chocarse con los grupos de personas que cantando, con el cuerpo cubierto de flores y adornos de distinto tipo, acarrean los cuerpos llevándolos al #Ghat (crematorio) a la orilla del río.
Quienes lloran no pueden participar de la ceremonia, porque el hecho de llorar por alguien implica apego, y si alguien se apega a la persona que se está yendo, en vez de sentirse feliz por ella y dejarla ir, se dice que la persona que murió sigue teniendo razones para quedarse en la tierra y no puede seguir su camino como corresponde. Una vez que el cuerpo se extingue, las cenizas son tiradas al #Ganges, el río sagrado, y como la vida misma, las cenizas se van con la corriente.
El miedo a la muerte propia o de los demás, sólo genera sufrimiento. Sufrimiento al preocuparse, sufrimiento en caso de que pase, y sufrimiento después de pasado. Entonces… ¿Cuán capaz es uno de desarrollar la capacidad de poder amar incondicionalmente, para evitar sufrir, y de esa manera, ser más feliz? ¿De qué sirven los apegos cuando no poseemos ni siquiera nuestro propio cuerpo? ¿Para qué existen las pre y post ocupaciones, si nunca vamos a ser capaces de controlar nuestro pasado, nuestro presente ni nuestro futuro? Después de todo, sólo somos polvo en el viento.
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